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Algunos apuntes que tal vez a alguien puedan ser útiles.

lunes, 16 de enero de 2012

Los niños tarahumaras y el hambre.

Hace años. En una de las primeras visitas que mi compañero y yo hicimos al DIF, nos plantearon la posibilidad de adoptar a una niña tarahumara. Lo que me extrañó en ese momento no fué el que me hicieran esa pregunta sino el tono de desesperanza con que la trabajadora social trató de "tantear" si nos animaríamos a adoptar una niña indígena o no. Nos comentó muchos detalles acerca de lo difícil que puede llegar a ser tener un hijo que no pertenece a la misma etnia y tuvimos que recordarle que México es mayormente mestizo y que muy pocas veces se puede distinguir una persona sin que sea la propia persona quien explique su orígen. Además:

Para mí, esa niña es mi hija, y si llegó desde los paisajes más impresionantes de la tierra donde vivo. Y si luchó por esa vida contra muchos de los prejuicios que dominan a la sociedad. Sentiré más orgullo.


Aún no logramos adoptarla porque queremos las mejores circunstancias para ella. La casa, el trabajo de uno o ambos. TODO lo que se evalúa en uno proceso de adopción.

Lo que me llevó a investigar y descubrir que es más fácil que gente de Ucrania o España se animen a la adopción de estos pequeños. Con muchos de lso cambios que se esperaba cuando salió la nota que cito:

http://ojinagahoy.com.mx/nota.pl?id=16385&relax=&pub=Default

Antes de eso, a una amiga se le ofreció adoptar a varios niños (hermanitos) que su familia no podía cuidar más. Aunque en ese caso la adopción sería más compleja porque no la planteaban vía institucional. Así que tuvieron que proponerles mejor buscar vías legales.

Así podría escribirles muchas historias cercanas y diarias. Pero no escribo hoy con ese ánimo. Pues ayer (domingo 15/enero/2012) mientras estaba en facebook me saturé de información acerca de cómo la situación de todo esos niños que viven en las montañas de Chihuahua ( y en muchas calles y refugios debo reconocerlo) ya llegaron a un punto crítico. Al grado que se convirtió en la noticia más comentada entre los temas de facebook y twitter.

Esto es un poco de lo que se compartía:

En los cuneros del Hospital Regional de Ginecobstetricia, las enfermeras vigilan la condición de tres recién nacidos. Son dos varones y una mujer, ninguno tiene nombre de pila. Miden menos de 50 centímetros y no sobrepasan el kilo y medio. El mayor de ellos nació el dos de noviembre. Lleva cinco semanas interno y comparte el mismo diagnóstico que el más pequeño, nacido la primera semana de diciembre: síndrome de estrés respiratorio e hipoglucemia. Ambos provienen de Bocoyna, la región más elevada de la sierra Tarahumara. La madre del primero de ellos es una indígena de 28 años, a la que se detectó desnutrición severa cuando fue atendida del parto.

“Le está echando muchas ganas —dice la enfermera que lo atiende— pero no hay mucho qué hacer. Básicamente estamos esperando a que muera”.

La diferencia entre los dos varones es notable. El niño indígena tiene el abdomen inmenso, como si le fuera a reventar, y su piel parece un cartón envejecido, surcado por venas y arterias. Cada día pierde peso y las convulsiones le provocaron lesiones irreversibles en el cerebro. El otro niño es hijo de una mestiza joven. Nació a las 40 semanas de gestación pero está allí porque su madre descuidó el embarazo. Los médicos predicen que sobrevivirá sin problemas, lo mismo que la bebé, nacida antes de término, a las 32 semanas, también de madre mestiza.

“Este es un cuadro dramático, que por desgracia es hasta cierto punto común”, dice Alejandra Valdez Mendoza, la encargada del Departamento de Calidad y Enseñanza del hospital chihuahuense. “La mortalidad de estos bebés casi siempre es por prematurez extrema; son bebés que nacen de (pocas) semanas. O por las infecciones nosocomiales, también, y por la asfixia. Esas son las principales causas de mortalidad perinatal”.

El hospital de ginecobstetricia ocupa un viejo edificio, construido hace sesenta años en lo que antes fue la orilla de la ciudad. Cuenta con 20 camas, quirófano, laboratorio, dos médicos generales, cuatro especialistas y 67 enfermeras. Cada mes nacen allí un promedio de 260 infantes, cuyas madres residen en 25 municipios aledaños.

Alrededor de un 15 por ciento son tarahumaras, y en su gran mayoría, unos 20 casos por mes, llegan en estado grave, consecuencia de la desnutrición y la falta de cuidados médicos durante el embarazo. Las madres indígenas suelen ocupar 13 de las 20 camas disponibles y sus hijos acaparan igualmente el área de cuidados intensivos.

“Como hospital nos sentimos un poco impotentes en ese sentido”, dice la doctora mientras camina de regreso del área de cuneros. “Somos un hospital de segundo nivel de atención y esto significa que aquí atendemos a las mujeres prácticamente en el parto. Entonces, cuando nos vienen pacientes indígenas, éstas suelen llegar a partir de la semana 34, cuando se sienten muy mal o ya están por aliviarse. La mayoría de estas pacientes llegan en desnutrición. Son pacientes delgadas, con una pancita muy chiquita a pesar de que ya son embarazos a término. Y sus bebés nacen con bajo peso y agarran infecciones muy fácilmente. Son bebés que ya por el hecho de venir desnutridos tienen, no diré que pocas posibilidades de vivir, pero sí están más propensos a adquirir una enfermedad”.

Algunas de estas pacientes indígenas provienen de lugares remotos en los que difícilmente alguien puede atenderlas. El nueve de diciembre, una de ellas alcanzó a llegar viva, tras día y medio de travesía. Era una adolescente de catorce años, originaria de Guazapares, en los límites con Sinaloa y Sonora. Tardó 24 horas para llegar a San Juanito, en el municipio de Bocoyna, y desde allí fue traslada en ambulancia hasta Cuauhtémoc. Tenía 37 semanas de gestación. Los médicos le diagnosticaron clamsia, que no es otra cosa que convulsiones que anuncian el coma durante el embarazo. Tras alumbrar fue remitida a terapia intensiva en el hospital de zona del IMSS. Su hijo sufrió desnutrición in útero y seguramente, dicen los médicos, presentará restricción de crecimiento.

Para leer más de esta historia visita:

http://www.domingoeluniversal.mx/historias/detalle/Tarahumara:+nuestra+Somalia+(por+culpa+de+las+malditas+balas)-308

Para informarte aún más:

http://www.jornada.unam.mx/2012/01/15/estados/029n1est

http://eldiariodechihuahua.mx/notas.php?f=2012/01/16&id=79d1e63a90f4ee4e0aabc6de3d3737fe


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