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Algunos apuntes que tal vez a alguien puedan ser útiles.

domingo, 27 de diciembre de 2020

Navidad, para recordar que todos tenemos algo de sagrado y mucho de amados.

 

No me gusta escribir mucho acerca de cuestiones religiosas porque suele empezar el querer convencerme de las ideas ajenas en lugar de ver lo que se escribe y si a uno no le gusta, dejar el asunto y seguir cada quien con su vida. 


Pero este año ha sido de los más complejos para todos. Y el mensaje que desde la iglesia católica se compartió me gusta mucho porque me recuerda las razones para hacer tantos eventos reuniendo juguetes y cosas agradables para niños y niñas de bajos recursos. Lo que nos hace pensar en adoptar sabiendo que el amor que tenemos en casa puede cambiar (esperamos que para bien) la vida de alguien más. 


¿Para qué queremos ser padres? 

¿Qué cambia en nosotros ante la sola idea de poder serlo? 

¿Qué queremos ofrecer a nuestros hijos (as)? 

¿Qué sentimos ante un niño o niña vulnerable al cual no podemos proteger? 

¿Qué es el amor que deseamos compartir?


Este invierno escuché la misa de Navidad y me gustó porque plantea lo que podría ser nuestra respuesta.  Lo que sigue es un resumen y el enlace de Vatican News para quien quiera saber un poco más de esas ideas que este invierno me tuvieron pensando la noche entera. 





El Papa comenzó la homilía subrayando la alegría y los cambios que la llegada de un hijo genera en las familias: “Es algo extraordinario, que lo cambia todo, que pone en movimiento energías impensables y nos hace superar la fatiga, la incomodidad y las noches de insomnio, porque trae una felicidad indescriptible, ante la cual ya nada pesa”.


Seguidamente, hizo el paralelo con la celebración del nacimiento del niño Jesús: “el nacimiento de Jesús es la novedad que cada año nos permite nacer interiormente de nuevo y encontrar en Él la fuerza para afrontar cada prueba”, afirma el Papa. A continuación, el Papa puso en evidencia que la palabra ‘para’ se repite varias veces en los textos bíblicos que se leen el día de hoy y profundiza en ello:


¿Pero qué significa este para nosotros? Que el Hijo de Dios, el bendito por naturaleza, viene a hacernos hijos bendecidos por gracia. Sí, Dios viene al mundo como hijo para hacernos hijos de Dios. ¡Qué regalo tan maravilloso! Hoy Dios nos asombra y nos dice a cada uno: “Tú eres una maravilla”. Hermana, hermano, no te desanimes. ¿Estás tentado de sentirte fuera de lugar? Dios te dice: “No, ¡tú eres mi hijo!”. ¿Tienes la sensación de no lograrlo, miedo de no estar a la altura, temor de no salir del túnel de la prueba? Dios te dice: “Ten valor, yo estoy contigo”. No te lo dice con palabras, sino haciéndote hijo como tú y por ti, para recordarte cuál es el punto de partida para que empieces de nuevo: reconocerte como hijo de Dios, como hija de Dios.


El Papa subraya que: “Este es el corazón indestructible de nuestra esperanza, el núcleo candente que sostiene la existencia: más allá de nuestras cualidades y de nuestros defectos, más fuerte que las heridas y los fracasos del pasado, que los miedos y la preocupación por el futuro, se encuentra esta verdad: somos hijos amados. Y el amor de Dios por nosotros no depende y no dependerá nunca de nosotros: es amor gratuito, pura gracia”.


“El Padre no nos ha dado algo, sino a su mismo Hijo unigénito, que es toda su alegría”, dice Francisco y contrasta la generosidad de Dios con nuestra respuesta: “si miramos la ingratitud del hombre hacia Dios y la injusticia hacia tantos de nuestros hermanos, surge una duda: ¿Ha hecho bien el Señor en darnos tanto, hace bien en seguir confiando en nosotros? ¿No nos sobrevalora? Sí, nos sobrevalora, y lo hace porque nos ama hasta el extremo (…) Él es así, tan diferente a nosotros. Siempre nos ama, más de lo que nosotros mismos seríamos capaces de amarnos”.


Francisco se pregunta: “¿Por qué nació en la noche, sin alojamiento digno, en la pobreza y el rechazo, cuando merecía nacer como el rey más grande en el más hermoso de los palacios? ¿Por qué?” A esto responde: “El Hijo de Dios nació descartado para decirnos que toda persona descartada es un hijo de Dios. Vino al mundo como un niño viene al mundo, débil y frágil, para que podamos acoger nuestras fragilidades con ternura”.


El Papa detiene su mirada sobre el pesebre, sobre el lugar donde Jesús reposa, justo después de nacer y dice: “Puso toda nuestra salvación en el pesebre de un establo y no tiene miedo a nuestra pobreza. ¡Dejemos que su misericordia transforme nuestras miserias!”


“Dios nació niño para alentarnos a cuidar de los demás. Su llanto tierno nos hace comprender lo inútiles que son nuestros muchos caprichos. Su amor indefenso, que nos desarma, nos recuerda que el tiempo que tenemos no es para autocompadecernos, sino para consolar las lágrimas de los que sufren”, subraya Francisco, y añade: “Dios viene a habitar entre nosotros, pobre y necesitado, para decirnos que sirviendo a los pobres lo amaremos. Desde esta noche, como escribió una poetisa, «la residencia de Dios está junto a mí. La decoración es el amor» (E. Dickinson, Poems, XVII)”.


https://www.vaticannews.va/es/papa/news/2020-12/papa-francisco-vigilia-navidad-jesus-hijo-que-me-hace-hijo.html



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